Estancias del rey Sancho IV en Sevilla
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
El rey Sancho IV visitó y residió temporalmente en Sevilla en tres ocasiones: 1284, 1285 y 1292. Sus entradas en la ciudad debieron producirse por la puerta de la Macarena y seguir la ruta habitual para llegar a la catedral, desde donde se trasladaría al palacio del Alcázar, acompañado en todo momento de un nutrido grupo de músicos heráldicos a su servicio, entre los que se encontraban un significativo número de musulmanes. En estos deplazamientos viajaría acompañado de su corte, de la que formaban parte capellanes, un organista y juglares que actuarían en distintos servicios en la capilla y en la cámara durante sus estancias en el palacio.
Palabras clave
entrada real , música doméstica , música en las calles y plazas , bullicio en la calle , tañer órgano , cantiga , música heráldica , Sancho IV (rey) , trompeta , atabalero / timbalero , ministriles , juglares , tañedor de ajabeba (flauta morisca)
Tres veces estuvo el
rey Sancho IV en Sevilla: la primera después de coronado, en julio-agosto de 1284;
al año siguiente, en 1285, para una campaña militar contra los musulmanes y, en
1292, para emprender la conquista de Tarifa. En esta última ocasión, el rey
entro en Sevilla el 24 de mayo de 1292. Cuatro días después, la reina María de
Molina daba a luz en la ciudad a su hijo Felipe. La ciudad de Tarifa fue rendida,
según distintos testimonios, el 21 de septiembre, festividad de San Mateo,
situando Mercedes Gaibrois el 13 de octubre la entrada del rey en la ciudad,
acompañado de los arzobispos de Sevilla y de Santiago de Compostela. El 21 de
noviembre ya estaba de regreso en Sevilla.
En las distintas estancias del rey
en Sevilla, su entrada en la ciudad debió producirse por la puerta de la
Macarena y seguir la ruta habitual que lo conduciría hasta la catedral y de
allí al alcázar, donde se alojaría acompañado de su real séquito y servidumbre
palatina, denominada “compaña del rey”. A esta comitiva debían pertenecer, según
distintos libramientos efectuados en 1293: “quince hombres de los atambores e a
un moro del ayabeba [ajabeba] et otro del añafil que son estos Bernaldón,
Álvaro, Monarique, Calderón, Yuçaf, Muça, Abdalla, Xatini, Johan Martínez,
Johan Mateo, el que adoba los atambores, Barachuelo, Hamet, Fate, Mohamet, el
del añafil, Rexiit del ayabeba”, a cada uno de los cuales se les proporcionan
“once varas de santomer” para su vestuario. Junto a ellos estaban los cuatro “tromperos”
[trompetas] que en 1294 eran: “Johan, Pedro, Monio y Bernalt, catalán”, a cada
uno de los cuales se le da seis varas de “blanqueta” para su atuendo. Es especialmente
destacable la elevada cantidad de musulmanes que el rey tenía a su servicio
tañendo instrumentos heráldicos.
Para
atender a los oficios divinos, la casa de Sancho IV contaba con dieciocho
“clérigos de la capiella” (entre los que se encontraba Ferrand Sánchez de
Sevilla) que llevaban hábitos de “camelín” y cuatro “moços de la capiella”,
vestidos de paño tinto y “peñas” prietas [negras]. En las nóminas de su casa se
encontraba también “maestre Martín de los órganos” que tenía un salario de 200
mrs. Sabemos que los órganos se trasportaban en los desplazamientos de la
corte, ya que, en las citadas cuentas, aparecen dos acemileros “de los
órganos”.
Para el esparcimiento, el monarca cuenta con distintos juglares en nómina: Arias Páez, “juglar”, Ismael, “juglar de la rota”, Johanet, “juglar del tamboret”, Arnolt, “juglar”, Rodrigo, “juglar, y varias “juglaresas” y “moros saltadores”.