Funerales de la reina María Amalia de Sajonia en el convento de la Concepción (1760)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Palabras clave
exequias , Real Maestranza de Granada , capilla musical de la catedral
El 27 de septiembre de 1760 fallecía en el palacio del Buen Retiro la reina María Amalia de Sajonia. Por toda la geografía hispana se realizaron las tradicionales ceremonias mortuorias. En este evento traemos a colación las que organizó la Real Maestranza de Granada los días 21 y 22 de noviembre de ese año en el convento de la Concepción, lugar donde tradicionalmente celebraba sus festejos piadosos esta institución, ya que el rey Carlos III era su protector. Se nombraron comisarios para la organización del funeral “más decoroso y magnífico que pudiesen producir el arte y la diligencia” a los maestrantes José Miguel Cañaveral y Francisco Javier de Fuentes. Encargaron el túmulo a Juan de Perea “acreditado en la construcción de grandes mausoleos, señalándole por límites para la obra los que él pudiese hallar en el ingenio y en las fuerzas humanas”. Dadas las virtudes de la reina “dieron ocasión para que en su pompa funeral se saliese del tumbo común, disponiendo sus exequias en un modo semejante al que usaron griegos y romanos en la que llamaron apotheosis o consagración y solamente se practicaba en la muerte de aquellos héroes o heroinas que por sobresalientes en virtud y beneficios a la patria se creían dignos de ser expuestos a la común veneración...”. Se destaca la componente odorífica de incensación del túmulo: “ni dexamos de perfumar el túmulo con inciensos, como perfumaban en la antiguedad la inferior parte de la pira con todo género de aronas”.
En el documento se describe el túmulo con detalle de sus imágenes, poemas e iluminación, así como de la ubicación de la capilla de música:
“Al pie de la iglesia, un circo de enlutados escaños que tendía hacia el túmulo sus dos alas y que cubría su pavimento de sobresalientes alfombras recibía el numeroso lucidísimo cuerpo de la Real Maestranza... Enlutados en lo demás, solo llenaban el acto distintivo de maestrantes con las casacas de su uniforme de azul y plata y con la circunspección y mesura que ponía en comedimiento al inmenso concurso de todas espheras que forcejaba por hacerse lugar en el corto recinto del templo o en el más espacioso del pórtico. En dos altos tablados (para desembarazar lo posible el ámbito de la iglesia) cubiertos de negras bayetas tenía dividido su thymele la músiva de la santa catedral metropolitana iglesa que desempeñço las dos funciones de Vigilia y Misa, elevando al paso de sus tonos la atención del auditorio que no podía escuchar sin embeleso el que pareció seguir esta vez por puntos el compás, hasta no perderle punto... Iluminado así el túmulo, se celebró la tarde del día 21 la Vigilia con la posible solemnidad y con igual la mañana del 22 el santo sacrificio de la Misa, a que se siguió la oración que va impresa a fin, estando el inmenso concurso de ambos sexos y de todos estados y hieraquías con respetuosa, atenta y devota admiración...”.