Actos dramáticos de Pentecostés en la catedral de Sevilla
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Palabras clave
fiesta de la llegada del Espíritu Santo (Pentecostes) , representación teatral , capilla musical de la catedral , ministriles , trompeta , atabalero / timbalero , tañedor de pandereta , tambor de la ciudad
Los primeros testimonios que anticipan la representación dramática que tenía lugar en la catedral de Sevilla en la festividad de Pentecostés, al menos desde la década de 1430, se encuentran ya en la Regla Vieja (fol. 144r), cuya redacción original se había iniciado en el siglo XIV. En la misa de tercia, durante la interpretación de la secuencia Veni Sancte Spiritus, el presbítero soltaba una paloma blanca que representaba al Paráclito y otros miembros de la comunidad liberaban tórtolas y lanzaban “ignis et aqua et oblee” (artefactos pirotécnicos, agua y obleas). En la primera mitad del siglo XV, ya encontramos consolidada una verdadera representación que gira en torno a una serie de elementos tramoyísticos que irán haciéndose cada vez más complejos: una estructura efímera de madera, denominada “castillo”, un “cielo”, matizado de estrellas de papel plateado y dorado en una rueda en la que se engarzan serafines y otros elementos ornamentales, representando la bóveda celeste con sus círculos, y una paloma mecánica que desde el cielo desciende al castillo para incendiarlo.
Las cuentas de fábrica más antiguas que se conservan de la catedral datan de 1434 y en ellas ya se recoge un apartado específico dedicado a “la fiesta del Spíritu Santo”, en el que se pone de manifiesto que ya se celebraba en el antiguo recinto catedralicio, antes de su transformación gótica:
- Regaron y barrieron la iglesia.
- Unos subieron agua arriba [las cuentas de 1435 especifican que se subían “a un andamio”] “para echar a los mochachos”.
- Almendras [las cuentas de 1435 añaden también “manzanas”] “para echar a los muchachos”.
- Quinientos pares de tórtolas que costaron a dos maravedís cada una.
- Cuatro mil obleas, a 125 maravedís el millar.
- A Diego Rodríguez “que fase los rayos... que suelen haber cada año”, 425 maravedís.
- A Francisco Fernández “de los dos castillos... que suele haber cada año”, 500 maravedís.
- A los que echaron las tórtolas e obleas e agua e fruta, 20 maravedís.
- A los que echan los rayos, diez maravedís.
- Di para merendar a los unos e a los otros 25 maravedís.
- A los que subieron agua para echar en la tarde diez maravedíes “e que son 30 maravedís”.
Todo parece apuntar a dos representaciones, probablemente una en la mañana y otra en la tarde, de ahí los dos castillos y las referencias a la “tarde” y a la “merienda”.
En las cuentas de 1440 se especifica que “guían el castillo”, lo cual parece indicar un desplazamiento ¿sobre unas guías?: Se pagó a dos carpinteros por el suelo de madera para el castillo “que guían” el día de Pascua del Espíritu Santo; Item compré de Pedro González, broslador [bordador] dos castillos de papel “para guiar” el día de Pascua; a los que echaron los rayos y “guiaron” el castillo. Las cuentas de 1454 especifican que los castillos se quemaban “di a los que queman los castillos e echan los rayos e truenos”. Los castillos eran incendiados por la paloma que llegaba a través de unos hilos de alambre o cuerdas. Las cuentas de 1467, así lo indican: “Íten, dio a Diego González, cordonero, por ciertos cordeles para el castillo por donde viene la paloma a poner fuego”.
Los actores, con su vestuario adecuado, en su estadio más evolucionado, encarnan los roles de Dios padre, los apóstoles y la Virgen María. Las cuentas de fabrica del siglo XV son fragmentarias y no siempre recogen las anotaciones con igual precisión, por lo que resulta difícil establecer la evolución de la tramoya y de la representación. En las de 1497, hay ya detalles muy concretos que incorporan a los personajes implicados en esa actuación dramática y solo se habla de un castillo, pero posiblemente de madera, así como dos nuevas estructuras, “la casa de los apóstoles” y “una tribuna en la que estaba el cielo”, todo ello en un edificio que tenía ya su fábrica gótica muy avanzada pero que seguía en obras. Recogemos aquí solo las referencias que nos aportan nuevos detalles:
- “De dos docenas de truenos pequeños para la paloma, 100 maravedís”.
- “Ítem, di a Juan de Écija, carpintero por un castillo que se fiso para la dicha fiesta 1.500 maravedís”.
- “Ítem, pagué a once apóstoles e a la María e a Lorenzo Sánchez, sacristán que los atavió y a Cabrera, capellán, e a cada uno tres reales que montan 1395 maravedís los cuales se repartieron entre quince personas”. Como veremos posteriormente estos personajes eran cantores.
- “De alquilé de dos sobre estrados para la casa de los apóstoles, 62 maravedís”.
- “Ítem, que dio al que se vistió de Dios padre dos reales”
-“Ítem, se pagaron a seis trompetas e un atambor e un panderete a cada uno dos reales que son 558 maravedís”.
- “Ítem, que di a Antón Pérez, imaginario [sic = imaginero] por doce serafines que estaban en la rueda de la fiesta del Spíritu Santo, 1116 maravedís”
- “Ítem, de un sol dorado, diez reales”.
- “Ítem, costaron doce diademas para los apóstoles, un castellano, 485 maravedís”.
- “Ítem, dos palomillas, cuatro reales”.
- “Ítem, las llaves de San Pedro, un real”.
- “De diez y ocho lamparillas doradas, 3 reales”.
- “Ítem de platear e dorar la rueda, dos reales”.
- “Ítem, costaron doscientas e treinta hojas doradas plateadas de hoja de lata para ordenar el cielo donde está el Dios padre, la dorada a dos maravedís e la plateada a maravedí que son 402 maravedís”.
- “Ítem, más tres hojas de milán para el dicho atavío, 45 maravedís”.
- “Ítem, para dos pernos para las dos ruedas del cielo para que jugasen, 24 maravedís”.
- “Ítem, costaron 32 pares de fuellas doradas para la rueda, dos maravedís cada para, 87 maravedís.
- “Ítem, costó platear la rueda pequeña e nueva de la paloma en que iba, 100 maravedís”.
- “Ítem, costó una tiara para el Dios padre, 100 maravedís”.
- “Ítem, del estrella dorada que tenía la María, 10 maravedís”.
- “Ítem, de dos libras de engrudo para el cielo, 16 maravedís”.
- “Ítem, de los días que andovieron los maestros e pintores en componer e ataviar la fiesta, una semana, 400 maravedís”.
- “Ítem, a dos mozos que echaron los rayos desde la tribuna donde estaba el cielo, 124 maravedís”.
Las cuentas de 1498, a los elementos tradicionales y los que hemos citado de 1497, añade un detalle: “doce botafuegos de latón para la paloma”. Las de 1499, añaden que los personajes que actuaban llevaban máscaras, ya que se compran para la fiesta y que, además, estos ensayaban previamente: “Ítem, pagué una bebida cuando se ensayaron los apóstoles para la fiesta del Spíritu Santo”. La representación, efectivamente, se hacía dos veces: “Ítem, pagué a los apóstoles e a la María e al que los sirvió e porque lo hicieron dos veces e dixeron más el Credo, a cuatro reales a cada uno”. Es la primera referencia a la incorporación del Credo entre los textos cantados, al que se sumaban otros textos, igualmente cantados: “Ítem, pagué al que puntó los dichos de los apóstoles e el Credo”. Este año se sustituye al personaje de Dios padre por una representación pictórica y escultórica: “Ítem, más que costó el Dios padre que se hizo de lienzo e de bulto del maestro del hospital del Rey, 1000 maravedís”. Otros detalles ornamentales: “la diadema con sus rayos hecha de madera para la María”, “cuatro ángeles que llevaban la Paloma del Spíritu Santo” y “platear el mástil del castillo”.
En 1504, la cuentas de Fábrica ya hablan, expresamente, de un pago “a los doce apóstoles de la representación del Espíritu Santo e a la María” y en el libramiento de los trompetas, se especifica “que tañeron la fiesta del Espíritu Santo tarde y mañana”. Además, hay un pago específico “a los menestriles y cantores el día del Spíritu Santo, cinco reales”. En 1505 y 1506, los trompetas que vinieron a la fiesta fueron los del Duque de Medina Sidonia y los de la ciudad, se recupera la figura del actor que representa a “Dios padre” y, ese último año, se confirma que seis cantorcillos “andovieron en la rueda, arriba”, así como que participaban en la ceremonia, además de los trompetas, atabales y tamborinos un grupo de cantores y ministriles.
A partir de 1510, las cuentas de fábrica ya no registran los gastos pormenorizados de esta fiesta que empiezan a aparecer solo esporádicamente, por ejemplo, en 1516 (el castillo). Todo apunta a que se perdió la frecuencia anual. Años más tarde, en 1532, las actas capitulares registran el siguiente acuerdo: “Este día los señores votaron y determinaron en lo que se haría el día del Espíritu Santo y ordenaron que aquel día se haga una representación de los apóstoles como otra vez se hizo, y así señalen el lugar donde se haga y las personas que la hicieren”. De nuevo aparecen los mismos elementos consolidados por la tradición, confeccionándose 12 cuadernos hechos con 12 resmas de papel grande que los apóstoles tendrían en las manos. Las actas confirman que fueron los músicos los encargados de toda la representación: “que se den a los cantores que estuvieron fechos apóstoles en el castillo con la María, a cada uno tres reales, e a los niños que estuvieron en la rueda, a un real”. La última referencia conocida data de 1541, cuando las cuentas de fábrica vuelven a reflejar el pago a Antón Pérez por el castillo que hizo de madera y papel “y se quemó”, así como los libramientos para los consabidos elementos pirotécnicos.