Vejamen en el acto de graduación de doctores de la Imperial Universidad de Granada (1715)

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Palabras clave

vejamen , música doméstica , vejamen , música doméstica , Antonio Navarro (compositor, maestro de capilla) , Gabriel Bernardo Enríquez de Lara, Aduladín y Palacios (médico, músico) , Pedro Esteban de Sotomayor (médico, músico) , Eustaquio Galofaro (médico, músico”


El “vejamen” era un elemento característico de la ceremonia de obtención del grado de doctor, en el cual la música compuesta expresamente para la ocasión puede o no estar presente. Se trata de un texto satírico y burlesco, en tono jocoso, sobre defectos reales o imaginarios del doctorando, tanto físicos como morales, el cual era pronunciado por uno de los doctores con mayor antiguedad en la institución. El 30 de octubre de 1715, tuvo lugar, en la Universidad de Granada, el vejamen de la obtención del grado de doctor de distintos personajes, entre los cuales dos de ellos, Pedro Esteban de Sotomayor y Eustaquio Galofaro, parecen tener una clara formación musical, al igual que el autor del mismo, el doctor Gabriel Bernardo Enríquez de Lara, Aduladín y Palacios.

Tras la oración laudatoria, la capilla de música de la catedral, contratada para la ocasión, interpretó  la cantada:

“Oyd, atended, escuchad,

que Apolo y Minerva,

que el claustro celebra

con tin tin tirintín y tantarantán,

de tanto latín, que entienda  Vilján

por muy satisfechos entrambos se dan,

y no quieren más,

latines de lance,

sino un buen romance

oyr, como da

el doctor Lara un bejamen discreto

de toda amistad

y allá se lo aya

con su valandrán”

Ya en el inicio del vejamen, salpicado de intervenciones de la capilla de música, la cual se encarga de concluirlo, Enríquez de Lara se refiere a los doctores Sotomayor y Galofaro con una significativa alusión a su condición de músicos:

“Quién a un Orpheo y otro citarista /  ver quiere en el infierno a letra vista, / Sotomayor y Galofaro tiernos, / que pueden aullar en los infiernos?”.

Será en los párrafos dedicados a estos dos doctores (pp. 15-17), ambos médicos, donde esa condición de músico sea puesta de manifiesto con mayor detalle, siempre en el tono burlesco propio del vejamen:

“Voy allá señor don Pedro Esteban de Sotomayor, que en estos claros hace viso de sombra de esa cara y es su persona muy necesaria en este baile que ha de guiar la danza, con las sonajas de su compañero don Eustaquio y han de lucir hoy sus habilidades. Sepa V. S. que este caballero, con su cara de gitano, nariz de cascabel, zurrea el pandero, por alto y bajo, y es, según Ovidio Nasón, un arrendajo músico de Orfeo. Y el otro que bien baila [se refiere a Galofaro], aquel que cuando se graduó de maestro, siendo yo examinador de las cuestiones que llevaba para el examen nos quiso encajar dos cantadas, que le pareció no le entendiamos la música, y era así, porque iban por las folías. De este doctor azabache, o de pez, y pez de niño, es fiesta la guitarra que gasta con los enfermos en cualquier visita, pues lo primero que pulsa es la guitarra, con la tercera templa la prima, pero tan mal que si la baja no dice y si la levanta es de patilla y la hace saltar. La segunda (aunque sea gorda) le parece prima y la quiere templar a su gusto, pero con la quinta se divierte tanto que da con todas las enfermas al traste y a la que mejor escapa deja en los bordones. De los tres términos de música, solo el de natura entiende y se le conoce porque los más viejos se le mueren por natura, y los más mozos por natura y b cuadrado, y se alegra, como sean ricos, porque lleve música el entierro, y dice muy placentero: contigo me entierren si eres hombre de gusto. A uno que tenía cámaras, con aquella nariz de semicorchea, le cantó unas seguidillas, en figura de responso, porque acabó con requiem eternam. A los convalecientes, les manda hacer ejercicio con dos pasacalles y cuatro pasos de garganta. Al que no le paga las visitas, le ordena una canario, que bien lo merecía este zoquete! Cuenta de abalorio, por el cuento, que le sucedió no ha muchos días. Saliendo de la escuela de danzar, espantándosele la mula Babieca, dio en el santo suelo con el cuerpo maldito, rieronse algunos circunstantes y levantado el valiente Pedro Esteban, lleno de polvo y lodo escocido y picado de la cumba, decía a otros que le tentaban por si se había hecho algún mal: Señores, no me tienten que soy frágil y volveré a caer que si no supiera danzar me he muerto. Y si aquellos se ríen porque he caído, mañana cairán ellos en mis manos y no se han de ir riyendo... Mire V.S. cómo saca el hocico el compañero por detrás, afilando las uñas y aguzando el oído, como el que espera entrar la segunda voz en un dúo. Ea señor don Eustaquio Galofaro y Valero, que este doctor, almanaque de santos de gaceta con el Sol en un ojo y la Luna en el otro en día nublado. Es médico tan consumado en la ciencia que con método nuevo ha puesto los aforismos de Hipócrates en música y las epidemias en solfa, diciendo han salido muchas enfermedades por el rabel y que los italianos curan con la guitarra tarantela, que un fandango bien tocado puede resucitar un muerto y que ha hecho milagros el guitarrón de Iznájar, como lo trae Pedro Miguel, en una cuestion de nombre. Como el señor don Eustaquio y el señor don Pedro son uña y carne y ambos de la carda, se juntan el uno con su rabel y el otros con las chirimía de el señor Burrueso y se ponían el cuerpo de solfa que les bajeaba. Oiga V.S. una cantada a estos dos gaznates que descalabran con su canto:”

En este punto, la capilla de música cantó:

“Ay, que me metes,

ay, que me sacas,

manteca de vacas,

entona el rabel,

y en la melodía

de mi chirimía

cruge el cascabel

ay, avecillas que pican en él”

Continúa Enríquez de Lara su vejamen: “Y pasando desde músico a médico, que en todo es malo y en todo igual...”.

Los chascarrillos musicales aparecen aquí y allá en el resto de las descripciones de los doctorandos restantes, siempre para incitar al escarnio y la burla.

El acto: “diose fin con una cantada de violines que cantó la música de la Santa Iglesia que compuso don Antonio Navarro, maestro de la insigne colegial del Salvador”. Se ha conservado un escaso número de estas cantadas profanas con violines, características de la primera mitad del siglo XVIII, cultivadas entre otros por Sebastián Durón, Antonio Literes o José de Torres. Es más que probable que Antonio Navarro fuera el compositor también del resto de las intervenciones musicales del vejamen.

Fuente:

Bejamen, que celebro la imperial Universidad de Granada, el dia 30 de Octubre deste año de 1715, en la Conferencia del Grado de Doctores... Impreso en casa de Nicolás Prieto por Alfonso Fernández.

Bibliografía:

ASENJO BARBIERI, Francisco. Biografía y documentos sobre música y músicos españoles (Legado Barbieri), vol. 1. Madrid, Fundación Banco Exterior, 1986, p. 469; EGIDO, Aurora. “Floresta de vejámenes universitarios granadinos (siglos XVII-XVIII). Bulletin Hispanique, tome 92, nº 1 (1990), pp. 309-332.

Creado: 16 Jun 2017
Modificado: 23 Jun 2019
Referenciar: Ruiz Jiménez, Juan. "Vejamen en el acto de graduación de doctores de la Imperial Universidad de Granada (1715)", Paisajes sonoros históricos, 2017. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/evento/663/granada.
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Bejamen, que celebro la imperial Universidad de Granada, el dia 30 de Octubre deste año de 1715

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Vítor. Antigua Universidad de Granada

Galería del Colegio Real (Universidad de Granada). Fotografía de Juan Ruiz Jiménez