Procesiones con la imagen de Nuestra Señora de Aguas Santas

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Palabras clave

procesión de rogativas , procesión , misa , proyecto cofradías , cofradías con advocación mariana , cabildo de la catedral , cabildo de la colegiata del Salvador , cofradía de Nuestra Señora de Aguas Santas


No resulta habitual el que imágenes de devoción de localidades cercanas al núcleo urbano de Sevilla, o al barrio de Triana, lleguen en procesión a establecimientos sacros de la ciudad. Un caso excepcional, por lo tanto, es la de Nuestra Señora de Aguas Santas que desde época medieval se encontraba en una ermita a orillas del río Siete Arroyos (a cinco leguas –actualmente a 34 kilómetros– de Sevilla), cercana a Villaverde del Río (Sevilla). En 1612, se mudó al convento franciscano de Nuestra Señora de Aguas Santas, de la provincia de Los Ángeles, construido en unos terrenos próximos a la ermita. Tras la exclaustración del convento en 1835, la imagen se trasladó a la iglesia parroquial de Villaverde. Sus legendarios orígenes altomedievales, como es frecuente, se contradicen con las características artísticas que apuntan a una fecha imprecisa en la segunda mitad del siglo XIII. Se trata de una figura de terracota, estofada y policromada, de tan solo doce centímetros de altura. En un documento catedralicio, fechado en 1333, se cita un molino harinero en las eras del lugar y camino de la “Fuente Santa”, lo que podría respaldar la existencia de la citada ermita, ya que se construyó sobre este mismo manantial, para así ocupar la concavidad en la que, según la tradición, la imagen había estado oculta. El altar de la Virgen estaba justo encima del nacimiento de ese manantial.

La imagen contaba con tres cofradías, una de ella en Sevilla, creada en 1560, aunque la sede de las tres estaba en la ermita. La relación de este icono devocional con Sevilla se remonta a sus orígenes, reforzándose en el protocolo firmado entre el arzobispado y la comunidad franciscana en su cesión para el culto en el recién instaurado convento que tomaba de ella su advocación. La cláusula sexta especificaba:

 “Que todas las veces que la ciudad de Sevilla pidiera la imagen al prelado que fuere, por la falta que suele haber de agua, o por remedio de enfermedades, los religiosos la entreguen para que se lleve”.

También se comprometían a alojar a los cofrades sevillanos cuando acudían a su romería anual. Las reglas de la cofradía hispalense se aprobaron en 1565 y disponían la celebración de su fiesta en septiembre, durante el fin de semana más cercano a San Miguel. La comitiva iba encabezada por un estandarte de damasco azul, con caballistas, carretas y un nutrido grupo de músicos.

La imagen fue traída a Sevilla en diferentes ocasiones, generalmente vinculadas a sequías y otras catástrofes. Era portada en unas andas por un grupo de clérigos que tras cruzar el río Siete Arroyos continuaban por el camino de Alcalá del Río. Aquí atravesaban el río Guadalquivir por el puente de barcas y tras pasar La Rinconada llegaban extramuros de Sevilla, donde era recibida en el hospital de las Cinco Llagas. Posteriormente visitaba la colegiata del Salvador y la catedral donde recibía los cultos y rogaciones pertinentes para conseguir el objetivo de su traslado. Se citan las visitas de 1566, 1571, 1580, 1589, 1595, otro año sin precisar en el siglo XVI, 1605 y 1640, no todas ellas documentables de manera fehaciente.

La visita de 1566, motivada por una extrema sequía, queda reflejada en las actas capitulares de la catedral de Sevilla y en la documentación de la colegiata del Salvador. El 30 de marzo, el cabildo catedralicio ordena: “que cuando la imagen de Nuestra Señora de Aguas Santas, que ahora está en el hospital grande [el de las Cinco Llagas] se truxere a esta Santa Iglesia le salga el cabildo en procesión a rescebir hasta el fin de cal de Francos”. Se ubicaría en el altar mayor hasta que la mejoría del tiempo permitiera la procesión de rogativas al convento de San Agustín de donde volvería a su ermita. El 11 de abril el cabildo fue a la plaza del Salvador a recibir a la imagen que se quedo en la catedral hasta el día 21. El día 22 se realizó la procesión al convento de San Agustín, donde permaneció hasta el 1 de mayo, como consecuencia de las continuadas lluvias. El regreso estacionaba en el hospital de las Cinco Llagas, antes de volver a su santuario “con grandísimo acompañamiento de los lugares de la comarca”.

La sequía será de nuevo la causa de la visita de 1571, “el día de Pascua Florida”. La imagen se incorporó en la procesión de las letanías que el cabildo catedralicio realizaba anualmente a la iglesia de San Marcos.

Al parecer, en 1581, se celebró “procesión de Nuestra Señora de Aguas Santas por la peste”, y en 1604, de nuevo por falta de lluvia, “traxeron a Nuestra Señora de Aguas Santas a Sevilla y se llevó en procesión desde San Salvador y la recibió el cabildo [de la catedral] en forma de procesión a la puerta”.

Según recoge José Gestoso, en el Libro de Heredades del cabildo de la Colegial de Sevilla del año de 1605 (fol. 85v) se da cuenta de los gastos que se realizaron en la visita de esta imagen en 1605, la cual llegó al hospital de las Cinco Llagas el jueves, 3 de mayo, alojándose en su iglesia:

“Gastos en la fiesta de Nuestra Señora de Aguas Santas que se trajo a esta iglesia del hospital de la Sangre.

- 4 de mayo de 1605, se gastaron 90 reales en el recibimiento de Nuestra Señora de Aguas Santas que se trajo a nuestra iglesia.

- Más se gastaron dos reales en el recibimiento de dicha imagen.

- 15 de mayo de 1605, se pagaron 50 reales de limosna a los frailes que trajeron a Nuestra Señora de Aguas Santas y veinte y dos reales a los cantores que oficiaron la misa de Natividad en el altar mayor y veinte y dos reales a los ministriles que tañeron en la dicha misa y en la tarde a el llevar la imagen. Y cinco reales que se dieron de limosna para la misa al señor canónigo Torres y diez y ocho reales que se dieron a tres clérigos que tuvieron los cetros guardando la dicha imagen todo el día que todo montó siento y diez y siete reales.

Más cuatro reales a los dos sacristanes menores por el trabajo de guardar la imagen de Nuestra Señora de Aguas Santas.

- Di cinco reales de un testimonio que sacó de la procesión de Nuestra Señoras de Aguas Santas”.

Todos los traslados de estas imágenes de devoción llevaban aparejados el correspondiente acompañamiento musical, más o menos nutrido según las circunstancias, y constituían uno de los elementos de atracción ciudadana más destacados en la ciudad medieval y moderna, especialmente aquellos motivados por catástrofes naturales o epidemias.

Fuente:

Institución Colombina. Papeles Gestoso, tomo XXXIII, fols. 501r-503r.

Bibliografía:

HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Salvador; RODRÍGUEZ BEVERRA, Salvador. “La Virgen de Aguas Santas de Villaverde y la ciudad de Sevilla. Análisis de una devoción mariana en la periferia hispalense”. Archivo Hispalense nº 297-299, tomo XCVIII, pp. 47-76.

Creado: 16 Jul 2018
Modificado: 13 Nov 2020
Referenciar: Ruiz Jiménez, Juan. "Procesiones con la imagen de Nuestra Señora de Aguas Santas", Paisajes sonoros históricos, 2018. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/evento/831/sevilla.
Recursos

Nuestra Señora de Aguas Santas. Fotografía de Manolo Porfirio G.P.

Hospital de las Cinco Llagas. Pedro Tortolero (1738)

Enlace externo

"Kyrie". Missa Beata Dei genitrix. Alonso Lobo