Los sonidos del corral del Conde en Sevilla

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Resumen

El corral del Conde, de origen musulmán, ejemplifica uno de los espacios habitacionales más característicos del entramado urbano de Sevilla, en el que distribuían más de un centenar de ellos, de diversas configuraciones y tamaños. Estos espacios cerrados presentaban su particular paisaje sonoro en el que se amalgamaban el bullicio de los niños jugando, el chapoteo y golpeteo de las lavanderas, los ruidos de los animales, etc., con las canciones y bailes populares con que se festejaban bautizos y desposorios y las muestras de tristeza exteriorizadas por el fallecimiento de los miembros de esta nutrida comunidad vecinal.

Palabras clave

sonido del agua , sonido de animales , canciones populares , bailes populares , ciudadanos


Los corrales de vecinos eran uno de los espacios habitacionales más característicos del entramado urbano sevillano que contaba intramuros con más de cien corrales de configuraciones y tamaños diversos. Generalmente, estaban constituidos por un conjunto de galerías que se disponían en torno a un gran patio central, el cual concentra la vida social de sus moradores y en el que se encuentran algunos de los servicios comunes más importantes como son una fuente/pozo y un lavadero.

Actualmente, el más famoso y mejor conservado es el corral del Conde, situado en la calle Santiago y al que se accede por una única puerta. De origen musulmán, su configuración actual responde a la arquitectura popular del siglo XVIII. Su nombre hace referencia al conde-duque de Olivares, ya que al parecer fue propiedad de los miembros de esta familia y utilizado para alojar a su servidumbre. Félix González León cuantifica los vecinos que lo habitaban en la primera mitad del siglo XIX: “viven en él sobre cuatro mil personas; que es el mayor que hay en Sevilla”. Fue declarado monumento histórico-artístico nacional el 16 de noviembre de 1979 (B.O.E. de 18 de enero de 1980) y restaurado en 1982-1983 por el arquitecto José María Martínez Escribano.

Charles Yriarte, en su artículo “Corral de[l] Conde calle de Santiago (Séville)” publicado en Le Monde Illustré de 25 de enero de 1862, nos proporciona una imagen decimonónica de este típico espacio urbano hispalense:

“Le Corral del Conde, qui emprunte son nom à l’une des grandes familles de Séville, entouré de vieilles maisons où pendent des guenilles d’un ton feroce, avec des balcons en saillie, des miradores qui projettent de larges ombres, est l’un des coins de la ville où l’aquarelliste s’arrête avec le plus de bonheur.

Quand on peut saisir toutes les nuances de la langue espagnole et que, assis à l’ombre de son parasol, on ébauche son aquarelle, les Sévillanes, les majos et le aquadores vous donnent une représentation pour laquelle, fanatique de l’Espagne, du ciel bleu, des yeux en amande, des lèvres en fleur et de l’argot castillan, je donnerais toute la rue de Rivoli, moins l’hôtel de ville et la tour Saint Jacques.

Allez ou Corral, c’est là que vous trouverez la cigarrera, vêtue d’une robe de toile, coiffée d’un lambeau de châle retenu au chignon et retombant en mantille sus les épaules, l’oreille rouge ou la fleur de grenadier derrière l’oreille. C’est là qu’on met le poing sur la hanche et le sombrero sur les yeux, c’est là que l’on drape le plus fièrement la capa et que, le soir, on juge les mieux les coups des combats de taureaux. Allez au Corral, c’est là que vous surprendrez la vraie Sévillane qui vient remplir ses bucaros à la fontaine et prend, sans le savoir, des attitudes de statue antique. C’est là que Figaro est venu gratter la guitare pendant qu’Almaviva chantait sous le balcón vermoulu d’une plébéienne qui n’a pas grossi sa lista, et que ne lui a répondu que par des éclats de rire étouffés et le bruit sec de son éventail”.

Los grabados y fotografías conservadas del corral del Conde nos aportan algunas escenas que permiten adivinar la multiplicidad de sonidos y ruidos que debían conformar su paisaje sonoro: el bullicio de los niños jugando, el chapoteo y golpeteo de las lavanderas, los ruidos de los animales, etc. En estos corrales se festejaban bautizos y desposorios con canciones y bailes populares y se lloraban las defunciones de los miembros de esta nutrida comunidad vecinal.

Recursos

Le corral del Conde, rue Santiago, à Séville . Adolph Rouargue (1850). Le Monde Illustré (25 janvier 1862), p. 57

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Corral del Conde

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