Misas en los mercados de Toledo

Las carnicería municipales toledanas se ubicaron en algunas de las principales zonas comerciales de la ciudad. En torno a ellas se agrupaban numerosas tiendas de mayor o menor entidad, controladas por el cabildo municipal, en las que se vendían todo tipo de alimentos. La concentración más importante de estos establecimientos se encontraba en la plaza Mayor, en la que se ubicaban las Carnicerías Mayores, el Mesón de la Fruta y la Red del Pescado. Las Carnicerías Mayores fueron reedificadas en 1545 siendo corregidor Pedro de Córdoba. Sus dependencias se cerraron en 1892 y fueron demolidas en 1895 para la construcción del actual mercado de abastos.

Las Carnicerías municipales de Santo Tomé se encontraban al final de esta calle, edificadas sobre otras que habían pertenecido a la comunidad judía hasta 1492. Reconstruidas por el corregidor Perafán de Ribera en 1589, según el cronista Luis Hurtado de Toledo tenía cuatro puestos y probablemente ocupara un solar de unos 100 metros cuadrados. Permanecieron en pie hasta su demolición en 1834.

La plaza de Zocodover era uno de los principales enclaves comerciales de la ciudad. El 21 de abril de 1465, el rey Enrique IV firmaba el privilegio del mercado para la ciudad de Toledo: “Es mi merced que agora e de aquí adelante para siempre jamás, haya en la dicha ciudad un mercado en cada semana, el día martes, el cual dicho mercado sea franco e libre”. Este privilegio fue confirmado por los Reyes Católicos el 3 de marzo de 1475.

Estos tres lugares serían espacios urbanos con un gran bullicio generado por la concurrencia de la ciudadanía y plagado de un variado caleidoscopio sonoro generado por el pregón de las mercancías de los vendedores, el de los animales vivos a la venta o el de los que se sacrificaban en las dependencias de la Carnicería mayor. En estos tres lugares se ubican capilla abiertas en las que se oficiaba misa para que los presentes en estos mercados pudieran atender a su celebración enriqueciendo con sus rezos y cánticos este vivo paisaje sonoro.

La descripción realizada en 1857 por el historiador Sixto Ramón Parro del edificio de la Carnicería mayor nos da cuenta de la fábrica de su fachada y de la pervivencia en ella de su capilla abierta en la primera planta:

“Su portada es notable y consiste en un grande arco de piedra, exornado con los columnas del Renacimiento que descansan sus correspondientes pedestales y sostienen el cornisamiento, en cuyo friso están grabadas esta cuatro iniciales S.P.Q.T (que ya sabemos quieren decir: «El Senado o Ayuntamiento y el pueblo toledano»): sobre esta cornisa están las armas de la ciudad, viéndose entre ellas las águilas y los reyes godos que las componen las columnas con el «Plus Ultra», y en el centro por bajo de aquellas una tarjeta con la inscripción citada… y encima de la sala del juzgado de repeso hay una pieza con balcón a la plaza, en que también se decía misa tiempos atrás, como en Zocodover y en Santo Tomé, para que no la perdiesen los vendedores en días de precepto”.

No sabemos cuándo se inició esta costumbre en cada uno de los tres lugares descritos, pero sí se ha conservado la autorización del arzobispo de Toledo, Juan Martínez Silíceo, para la celebración de las misas en las renovadas instalaciones de la Carnicería Mayor, fechada en 1549:

“Nos el arzobispo de Toledo, por la presente damos licencia y facultad para que de aquí adelante se pueda decir y diga misa en el altar mayor y capilla que agora nuevamente se ha hecho y edificado en lo alto de las Carnecerías mayores de esta ciudad de Toledo, donde puedan oír e digan misa los fieles christianos esto atento que nos consta estar hecho en ella altar y retablo donde decentemente se puede decir. Dada en Toledo a siete de mayo de 1549 años. Jo. Toletanus. Por mandado de su Illma. Damián de Pinto, secretario.”

El cronista Francisco de Pisa, en su Descripción de la imperial ciudad de Toledo, también da cuenta de esta capilla:

“Y en lo alto de esta casa [Carnicería Mayor] hay una capilla, con sus ventanas o puertas a la plaza [Mayor], semejante a la que está en Zocodover, para que desde abajo puedan oír misa los que están ocupados en comprar y vender”.

Parece ser que en 1612 se había interrumpido esta actividad cultual “por ciertas causas y respetos”, sin que sepamos cuándo pudo reanudarse, aunque la edición del libro de Pisa de 1617 mantiene la cita anterior.

El mismo Pisa da cuenta de “otra capilla en alto para decir misa” en la Carnicería de Santo Tome, proporcionándonos la inscripción que había en ella.

Con respecto a la ubicada en el arco de la plaza de Zocodover, Pisa señala:

“Sobre el arco por donde salen desta plaza para bajar al hospital del Cardenal, hay una capilla en alto que es de los cofrades de la Preciosa Sangre, en la cual se acostumbra a decir misa para que no queden sin oírla los que están ocupados en vender, los cuales por el tiempo que la misa se dice, cesan de negociar”.

Estas capillas abiertas pueden rastrearse en distintos lugares de la geografía hispana y se exportaron con bastante éxito a los virreinatos de Nueva España y del Perú.