Ceremonias litúrgicas y reuniones del Capítulo General de la Orden Franciscana celebrada en el convento de San Francisco de Valladolid en 1740 (I)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
En este artículo, me centraré en las ceremonias litúrgicas y en las reuniones del Capítulo General de la Orden Franciscana que se desarrollaron entre el 26 de mayo y el 3 de junio de 1740 en el convento de San Francisco de Valladolid.
Palabras clave
tañido de campanas , vísperas , misa , fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor , antífona , sermón , villancico , procesión de traslado de imágenes , tañer órgano , entierro , reloj , concierto sacro , proyecto cofradías , Capítulo General , Juan Bermejo (franciscano) , Orden de los franciscanos descalzos , José García Fernández (obispo, franciscano) , gentío , capilla musical del Santuario franciscano de Aránzazu , capilla musical del convento de San Francisco de Bilbao , cofradía del Santísimo Sacramento del convento de San Francisco , Francisco de Ibarzabal (compositor, maestro de capilla, organista, francicano)
Una vez que fray Juan Bermejo, Ministro General de la Orden Franciscana, certificó que todo estaba previsto para la celebración de Capítulo General, él fue el primero en acudir a esta cita que atrajo a Valladolid a representantes de todo el orbe cristiano.
Véase: https://www.historicalsoundscapes.com/evento/1581/valladolid.
Concurrió al convento de San Francisco de Valladolid el día siete mayo para supervisar los últimos detalles de la organización. Los vocales de las distintas provincias fueron llegando con anticipación y al no haberse precisado en la convocatoria el día preciso de entrada en el convento hubo de permitírseles el acomodarse con antelación, lo que incrementó sustancialmente los gastos ocasionados por el Capítulo. Igualmente, desde Sigüenza, acompañado de todo su séquito, hizo entrada en el convento fray José García, obispo de esa diócesis, nombrado por Clemente XIII para presidir la celebración del Capítulo.
* El 25 de mayo, convocados por la campana mayor, entraron oficialmente los vocales que acudían al evento:
“Fue admiración agradable a la curiosidad del innumerable gentío que esperaba ver tanta diferencia de hábitos, de naciones y de lenguas a la voz de una sola campana congregadas… y reconociendo que aún faltaban todavía de entrar otras muchas provincias que sucesivamente fueron entrando en los siguientes días, mandó su Rma. se prosiguiese todo aquel día en la solemne ceremonia del toque de la campana”.
Por la tarde, a las dos y media, se repicó a las vísperas solemnes de la festividad de la Ascensión: “Principiadas con la gravedad y solemnidad que correspondía, las prosiguió celestialmente sonora y dulcemente armoniosa la música, cantando y repitiendo a canto llano el coro solas las antífonas. Fue tan grande y numeroso el concurso que deseoso de oír la gala y destreza de los músicos y la armoniosa agradable variedad de instrumentos se juntó en esta hora de eclesiásticos, religiosos, caballeros, señores y señoras nobilísimas y de todos estados que se llegó a llenar de tal modo toda la iglesia, antesacristías y capillas que no era posible entrar ya en ella persona alguna, las que en parte se contentaban con oír del claustro y nave de Santa Juana lo poco que por el gran rumor que ocasionaba tan numeroso gentío se podía”.
Vemos aquí la minuciosidad del relato y los reiterados comentarios al importante papel de la música en la solemnización de los distintos actos litúrgicos y como elemento generador de emociones y de atracción para la ciudadanía, así como los interesantes comentarios sobre la concurrencia a ellos de representantes de los distintos estamentos de la sociedad civil que, dado su elevado número, generaba importantes problemas de interferencias sonoras en la escucha.
A lo largo de las distintas jornadas, por la mañana, se trataban diversas cuestiones referentes a la Orden en la sesión pertinente y se celebraba la misa principal del día, dedicada a una de las festividades relevantes del temporal o a un santo previamente elegido. El altar se concedía a una de las provincias asistentes, oficiando y predicando, generalmente, uno de sus miembros. Por las tardes, se exponían las conclusiones públicas, en las que tenían cabida discusiones teológicas a partir de dos propuestas defendidas por representantes de distintas órdenes religiosas e instituciones docentes, a las que podían seguir otras reuniones sobre distintos asuntos relativos al Capítulo.
* El 26 de mayo, día de la Ascensión, fue el primero del Capítulo. La convocatoria se hizo con la campana mayor a las nueve y media, recibiéndose con “festiva salva el toque y repiquete de todas las campanas de este real convento”. Se suprimió durante todos los días el canto de tercia, para permitir el desarrollo de las sesiones. Asistió este día a la misa, dentro de la capilla mayor, la cofradía sacramental del convento que anualmente era la encargada de solemnizar la jornada. El altar se concedió al cabildo de la catedral de Valladolid. Ofició el deán de la catedral, Carlos Lorenzo de Ayllón, y el sermón estuvo a cargo de fray Manuel de Arcéiz: “cantola con singular destreza y gustosísima composición de villancicos y letras la música de nuestros religiosos”. Al entonar el Gloria, se descubrió, en el techo del altar mayor, “el mejor sol de justicia, Cristo nuestro Señor”, una estructura provista de numerosas luminarias que junto a las del retablo creaban un efecto teatral para impactar y exaltar la devoción de los asistentes.
El impreso dedicado a la descripción de este Capítulo General recoge los sermones que se predicaron todos los días, así como los textos de los villancicos compuestos por fray Francisco de Ibarzabal, maestro de capilla del Santuario de Aránzazu, que se interpretaron en cada jornada. En este día (pp. 98-100), se cantó el villancico policoral: Estribillo: “¡Ah! Del acento canoro” / Coplas: “Hoy se eleva el sol divino”.
* El 27 de mayo, el santo elegido para las celebraciones litúrgicas fue Santo Domingo de Guzmán. El altar se concedió a la provincia franciscana de Valencia. La misa fue oficiada por fray Miguel de la Casa y el sermón estuvo a cargo de fray Agustín Puchol. El villancico compuesto para este día fue (pp. 159-160): Introducción: “Ministros querúbicos acudid” / Area: “¡Ay! amor que no distingo” / Recitado: “Y pues sois tan nuestro, Padre Soberano” / Seguidillas: “Ni entrañen que al congreso”.
* El 28 de mayo, el santo al que se dedicó la jornada fue San Francisco. El altar se concedió a la provincia franciscana de Campeche. La misa fue oficiada por fray Pedro Sansoles y el sermón estuvo a cargo de fray Jorge Viñer. La capilla de música cantó este día el villancico (pp. 203-204): Introducción: Solo. “Endechas de amor entone” / Recitado: “Cenicienta pira” / Areas: “Suspende el llanto”.
* El 29 de mayo, se colocó la imagen de Santa Clara en el altar portátil situado debajo de las gradas, en el lado de la epístola. Se concedió el altar mayor a la provincia franciscana de Santiago. Ofició la misa fray Pedro de Trelles y León y predicó fray Juan Balcarce. En ella se cantó este día el villancico (pp. 244-245): Estribillo a 4: “A la luz más clara y bella” / Coplas: “Cifra ut que es punto bajo”. Se menciona expresamente la procesión que debía repetirse cada tarde, tras finalizar las “batallas literarias”, en la que se llevaba hasta el altar portátil la imagen del santo al que estaba dedicada la jornada siguiente. En este caso, fue San Buenaventura que vino del convento de San Pablo acompañado de un grupo de frailes dominicos:
“Vistosamente adornada por una principal y nobilísima señora devota suya, dejando en su célebre y magnífica iglesia las de otros santos y santas que como dejo dicho se habían del mismo modo de adornar para la procesión general con toda curiosidad y pulidez hasta el otro día por la tarde, en que con procesión formada había determinado aquella comunidad gravísima traerlos a esta su seráfica casa, lo que no pudieron ejecutar hoy por no estar algunos de ellos acabados de componer y adornar. Recibiolos a la puerta principal toda nuestra comunidad y los despidió del mismo modo, urbana y agradecida con órgano y repique de campanas”.
* El 30 de mayo, como he señalado, fue San Buenaventura el que presidió la jornada. El altar se concedió a la provincia de Granada. Ofició fray Francisco Trujillo y predicó fray Juan Esteban. La capilla cantó este día el villancico (pp. 281-282): Preludio: “Cuando afligidos los pobres” / Areas: “Con certeza” / Recitado: “Flamante luz del cielo franciscano” / Minuetes: “Pobre rebaño”. Poco antes de las seis de la tarde, se hizo señal con la campana mayor, a la que siguieron “alegres y festivos repiquetes” con todas las campanas del convento, para convocar a la comunidad para que saliera a la puerta a recibir la procesión en la que los dominicos traían el resto de las imágenes a las que se hizo mención en la jornada anterior, acompañados de “lo más noble, docto y principal de esta ilustre y gran ciudad de Valladolid, con cuya devota asistencia fue la procesión una de las más lucidas que en esta ciudad se suelen ver”. Colocados las santas y santos en la capilla mayor, cantó la comunidad dominica “las antífonas de los sagrados patriarcas” y dichas las oraciones correspondientes se les despidió con la habitual solemnidad.
* El 31 de mayo, el santo al que se dedicó la jornada fue San Antonio de Padua. Se concedió el altar a la provincia de Charcas. Dijo la misa fray Agustín Robles de Sotomayor y predicó fray Tomás Moreno. La capilla cantó este día el villancico (pp. 325-326): Estribillo a 4: “A la más pura azucena” / Estribillo que se repite: “En él los aciertos” / Coplas a solo: “Es Antonio aquel atlante”.
Falleció este día un novicio corista al que se le dio la profesión in extremis. Su entierro tuvo lugar en la capilla de Copacabana.
* El 1 de junio estuvo dedicado a San Bernardino de Siena. Se concedió el altar a la provincia de Cataluña. Ofició la misa fray Antonio Saura y predicó fray Francisco Orri. La capilla cantó este día el villancico (355-356): [Estribillo]: “Albricias, religión” / Coplas: “Este es Bernardino” / Recitado: “Pues solo tu celo Bernardino” / Area: “Así acordes celebran”.
* El día 2 de junio se dispuso la tabla de los religiosos que, en periodos de media hora, debían velar el Santísimo Sacramento descubierto desde las 12 del día siguiente hasta el sábado 4 de junio, cuando ya se hubiera efectuado la elección del Ministro General de la Orden. Estuvo dedicada la jornada a San Luis, rey de Francia. El altar se concedió a la provincia de Andalucía de los frailes Terceros. Ofició fray Andrés Sánchez y predicó Miguel de San Juan Bautista. La capilla interpretó el villancico (pp. 384-385): Preludio airoso: “Publique el aparato festivo y soberano” / Coplas: “Mirad su gran majestad” / Recitado: “Ínclito rey en tu refugio amado” / Area: “Sí, sí, sí, flor de Luis rozagante”.
A las dos y media, la comunidad franciscana del Convento de San Diego trajo en procesión la imagen de San Pedro de Alcántara. Se mandó tocar “festivamente” el reloj y todas las campanas, saliendo la comunidad a recibirlos en la puerta principal. Venían acompañados: “de muchos nobles, doctos y devotos, precediendo dos guiones… con multitud de hachas, faroles y luces… tocose el órgano mayor cuando entraban con el santo en la iglesia y colocándole en un altar portátil, prevenido con las correspondientes luces y ornato a función de tanto lucimiento, cantaron nuestros vicarios de coro la antífona del santo...”
* El día 3 de junio la actividad cultual estuvo dedicada, como he señalado, a San Pedro de Alcántara. El altar se concedió a la provincia homónima. Ofició la misa fray Tomás García y predicó fray José Torrubia. Una vez más, al entonar el Gloria, el artefacto que representaba la Hostia en un cáliz profusamente iluminado fue descubierto en la parte superior del altar mayor. Se mantuvo durante toda la jornada y la siguiente, en la que se procedería a la elección del Ministro General. La capilla de música cantó el villancico (pp. 412-414): Estribillo: “Serafines que ansiosos beber deseáis” / Coplas: “A la piedra del desierto” / Grave: “Propicia la hallaréis pues siempre abunda” / Area: “De ella yo espero”.
Este mismo día, se acomodó y adornó el salón que en su frontal tenía la capilla de la Porciúncula (fundada por Luis de Vitoria hacia 1620), donde se iba a proceder a la citada elección. Esa tarde no se defendieron conclusiones, pero la iglesia estuvo igualmente concurrida para visitar la sala y para entretenerse: “con la sonora armonía de la música, voces airosas y delicadas, y conceptuosas letras, con que su majestad sacramentada hizo siesta la religiosa música capilla que a competencia sagrada cantó con toda destreza desde las dos y media…”. Es muy probable que estos concierto sacros se prolongaran hasta el sábado 4 de junio en que estuvo expuesto el Santísimo Sacramento.
Todo quedó así preparado para uno de los actos centrales del Capítulo, la elección del Ministro General de la Orden, sobre el cual trataré en el tercer artículo de esta serie que nos llevará hasta el cierre del mismo y el retorno a la normalidad de la comunidad franciscana de Valladolid.