Jaffa, séptima etapa del viaje a Jerusalén de Francisco Guerrero (1588)

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Resumen

Jaffa, séptima etapa del viaje a Jerusalén de Francisco Guerrero (1588).

Palabras clave

viaje , Itinerario del viaje a Jerusalén de Francisco Guerrero , Francisco Guerrero. El viaje de Jerusalén , cartografiando Francisco Guerrero , Francisco Guerrero (compositor, maestro de capilla) , Francisco Sánchez (músico)


Estando en Limasol, el capitán de la nave que los había llevado hasta allí les dijo que tenía pensado quedarse en la isla más de veinte días y que luego partiría para “Tripol de Suria”, es decir, Trípoli (Líbano). Para ganar tiempo, les aconsejó buscar otra embarcación que los trasladara a Jaffa, “distante de Hierusalem doce leguas” y principal puerto de Tierra Santa. Este mismo capitán se encargó de concertar el viaje para Francisco Guerrero, su discípulo Francisco Sánchez y otros tres peregrinos con un “barquero que tenía tres compañeros”, los cuales decían que eran cristianos. La embarcación se dirigía a la ciudad de “Damiatha” [= Damieta], en la costa egipcia, “cargada de algarrobas”. Acordaron pagar por el trayecto veinticinco “cequíes”. Guerrero nos aclara que cada “cequí” era equivalente a quince reales, por lo que el precio del pasaje ascendió a la elevada suma de 12.750 maravedís. Resulta imposible calcular cuál fue el costo total que tuvo este periplo, pero no cabe duda de que no estaba al alcance de la economía de Guerrero, castigada por las deudas de sus impresos romanos y que, además, afrontaba en este viaje la de otros dos impresos en Venecia, por lo que solo cabe la posibilidad de que pudiera llevarlo a cabo con la ayuda pecuniaria del arzobispo Rodrigo de Castro, como el compositor apunta en la dedicatoria de su libro (véase: https://www.historicalsoundscapes.com/evento/1529/sevilla).

Debieron partir el 11 de septiembre y estuvieron navegando cuatro días para recorrer las ciento veinte leguas que separaban Limasol de Jaffa, a donde llegaron “treinta y dos días” después de su partida de Venecia, el 14 de septiembre. La legua común que se usa en las crónicas de las exploraciones y viajes terrestres quedó establecida en el el siglo XVI en 20.000 pies castellanos, es decir 5.572,7 metros o 6.666,66 varas castellanas. La última parte del viaje transcurrió cerca de la costa, ya que, en la distancia, vieron la antigua ciudad de la Cesarea Palestina “y otros pueblos” antes de llegar a Jaffa: “fue alegrísima vista a todos cuando descubrimos tierra que con tanta razón se dice Santa”.

Guerrero comienza en Jaffa, primer enclave en Tierra Santa, la descripción y conexión del territorio con los personajes e historias del Antiguo y del Nuevo Testamento:

“Esta ciudad de Jafa (que por otro nombre se llama Jope) fue muy principal como lo demuestran las ruinas de los edificios della. Es muy celebrada en la sagrada Escritura por las cosas que en ella acontecieron. Aquí se embarcó Jonás profeta huyendo de Dios cuando le mandó que fuese a predicar a Nínive y por la tempestad que por su culpa Dios envió fue echado en la mar y tragado de la ballena [Jonas, 1:3]. Aquí estuvo algún tiempo el apóstol San Pedro, donde vio aquella visión del cielo abierto y decendir un vaso a manera de un gran lienzo que los cuatro cabos dél llegaban al cielo, lleno de serpientes y aves y otros animales, y Dios le mandaba que matase y comiese y lo demás que en los Actos de los Apóstoles dice en esta historia [Hechos, 11:5-10]. Aquí resucitó el mismo apóstol a una mujer que se llamaba Dorcas [Hechos, 9:36-43, Tabita = Dorcas (en griego)]. Por lo dicho y por lo mucho que hay que decir es famosa esta ciudad y puerto”.

Una vez que llegaron a Jaffa, todavía en el barco, se aproximó hasta ellos, en otra embarcación, el subaşlar o subaşı (equivalente al responsable militar/policial) de la ciudad de Rama, a la que se dirigirían tras desembarcar:

“Vimos venir de tierra otro barco hacia el nuestro, en el cual venía el subasi que es el alguacil de la ciudad de Rama, con ocho o diez arcabuceros y flecheros, y llegaron a nuestro barco y entrando en él miró a los peregrines que allí estaban, mas diciendo, ¿christiani?, ¿christiani? y nosotros, bajando la cabeza, le dimos dimos a entender que sí”.

Guerrero, en su narración, nos cuenta la anécdota de que el capitán del barco escondió dos barriles de vino que llevaban, ya que sabía de la afición que los otomanos tenían a esta bebida, guardando un poco para ofrecérselas junto a pan, queso y algarrobas a modo de agasajo. Tras esta “merienda”, los peregrinos se embarcaron con los “turcos” para ir a tierra, donde el “subasi” les cobró un “cequí”, encomendándolos a uno de sus hombres para que los “guardasen”. Ante la perspectiva de dormir en el suelo de unas naves que a Guerrero le recuerdan “atarazanas antiquísimas”, sobornan a su custodio para que les deje dormir en un barco “lleno” de peregrinos que venían de Jerusalén. En esa embarcación, “unos caballeros franceses y algunos frailes” les permitieron gratuitamente acomodarse con ellos las dos noches que estuvieron en Jaffa, mientras esperaban que el “subasi” les enviara, desde Rama, que distaba cuatro leguas, a un hombre con los animales necesarios para su transporte a Jerusalén.

Recursos

Jaffa. David Roberts (1839)

Descriptio Et Situs Terrae Sanctae Alio Nomine Palestina. Sebastian Münster (1593)

El viaje de Jesusalén. Francisco Guerrero (Sevilla, 1593), fols. 16v-19r

El viaje de Jerusalén. Francisco Guerrero. Jaffa, seventh stage