Procession of the reception of the Crusade Bull in Seville (1632)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
The procession to receive the Bull of Crusade was the first of the general processions held in Seville each year. It was announced the day before with trumpets, drums and minstrels. The procession departed from the convent of San Francisco, Casa Grande, and made its way to the cathedral, where the crusade sermon was preached. Songs and hymns typical of the liturgical season in which it took place were performed.
Keywords
bula de Cruzada , general procession , hymn , sermon , the pealing of bells , confraternities project , Alonso Sánchez Gordillo (abbot of the Universidad de Beneficiados, historian) , city council , cathedral chapter , minstrels of the city council , trumpeter , drum player , town crier , confraternities , beneficiary priest , confraternity of the Saint Ecce homo and Our Lady of the Road , confraternity of Our Lady of Good Trip and Holy Christ of Help , brotherhood of the Christ of Humility and the Last Supper , confraternity of the Holy Burial , confraternity of the Sacred Expiration of Our Lord Jesus Christ , of Our Lady of the Rosary and of the Prayer of Jesus in the Garden , confraternity of Our Lady the Star , confraternity of Our Lady of the "O" , confraternity of Our Lady of Hope , confraternity of Our Lady of La Hiniesta , confraternity of the Name of Jesus at the convent of San Pablo , confraternity of the Holy Cross in Jerusalem , confraternity of the Sacred Passion of Jesus Christ , confraternity of Our Lady of the Solitude , confraternity of Our Lady of Antigua , confraternity of the Five Holy Wounds , confraternity of the Our Lady of the Incarnation , confraternity of the Veronica and the Coronation of Thorns , confraternity of the Conception of the Virgin Mary , confraternity of Our Lady of Anguish , confraternity of the Christ of Saint Augustine , confraternity of the True Cross
La Bula de la Santa Cruzada tuvo un origen medieval. Consistía en una serie de indulgencias concedidas por el papado primero a los cruzados y, posteriormente, a todos aquellos que contribuían con sus limosnas a esta empresa. Desde el siglo IX, los reinos de la península ibérica obtuvieron de la Santa Sede una equiparación de la “reconquista” con la cruzada, derivándose de ello que una parte de lo recaudado se dedicara a costear la guerra contra el infiel y, ya en tiempo de los Reyes Católicos, la totalidad de los ingresos obtenidos, convirtiéndose de facto en una renta al servicio de la corona. Ya en el siglo XVII, “el infiel” se convirtió en cualquier enemigo de la fe y a su combate se debía destinar lo recaudado por esta renta eclesiástica.
La predicación de la Santa Cruzada era anual e iba asociada a una importante procesión general. El Abad Sánchez Gordillo nos proporciona innumerables detalles de cómo se efectuó en el año 1632, cuando él fue el encargado de llevar la bulla en la procesión. Esta era la primera de las procesiones generales anuales. Para su publicación, se hacía un pregón el día antes de la procesión:
“Por las calles públicas de la ciudad, sacando en público acompañamiento de los ministros seglares de la publicación que se hace el estandarte real con las armas del pontífice romano que hizo la gracia, con trompetas, atabales, ministriles y pregón público apercibiendo al pueblo como el día siguiente se hace la publicación en la santa iglesia catedral y se recibe con tanto aplauso y contento que todas las parroquias por cuyas puertas pasa hacen demostración correspondiente con repique solemne y así lo manifiestan”.
La procesión tuvo lugar el 11 de enero y partió, como era habitual, del convento de San Francisco, Casa Grande, donde se reunían, a las siete de la mañana, todos los que habían sido previamente convocados. Entre ellos, Alonso Sánchez Gordillo que, en ese momento, era el abad mayor de la universidad de Beneficiados y, como he señalado, el encargado de llevar “la santa bula” bajo palio, así como a todos los componentes de esta corporación que llevarían las varas del palio, “como es costumbre a hacer los demás años”. Se citaba también:
“A todas las cofradías que en el día del Jueves Santo hacen sus procesiones para que con sus hermanos, luces y estandartes vengan a la celebridad de la santa bula... y vayan por sus antigüedades en la procesión y asimismo a los curas, capellanes y sacristanes de las dichas iglesias... a los alcaldes, mayordomos, diputados, priostes, cofrades, muñidores y cualquier dellos in solidum de las cofradías sitas en las collaciones, conventos, ermitas y lugares píos desta ciudad de Sevilla y su distrito y extramuros... con vuestros estandartes y cera al acompañamiento de la procesión que se ha de hacer desde el dicho convento a la santa iglesia desta ciudad de la santa bula en la forma ordinaria... mandamos a los beneficiados, clérigos y capellanes, sacristanes mayores y menores cada cual dellos in solidum de las collaciones desta dicha ciudad y extramuros della... asistáis con vuestras cruces y clerecía al acompañamiento de la procesión de la dicha santa bula y el sábado antes, diez del dicho mes y año haréis repicar en vuestras iglesias las campanas al tiempo que pasase la publicación que se ha de hacer de la dicha bulla en la forma acostumbrada”.
Se prohibía que hubiera sermón en ninguna de las iglesias seculares y conventuales, para que todos los fieles acudieran al sermón de publicación de la cruzada en la catedral. Sánchez Gordillo precisa que no asisten todas la cofradías de la ciudad “porque ni cabían en el compás del monasterio de San Francisco donde se congregan y porque asimismo se hiciera muy larga la procesión y se gastaría mucho tiempo y viniera mucha ocupación en su diversión”. Ese año, 1632, las cofradías convocadas, por orden de más moderna a más antigua, fueron las veintidós siguientes:
1. La de Nuestra Señora del Camino (salía del hospital de los Santos Mártires en Triana).
2. La de Nuestra Señora del Buen viaje (salía de la iglesia de Santa Ana en Triana).
3. La Humildad y Cena, salía de San Basilio.
4. El Entierro de Cristo, salía del colegio de San Laureano.
5. La Expiración, salía del convento de la Merced.
6. Rosario y Oración del Huerto, salía del convento de Monte Sión.
7. Nuestra Señora de la Estrella (salía del convento de Nuestra Señora de la Victorio en Triana).
8. Nuestra Señora de la O (salía del hospital de las Santas Brígida, Justa y Rufina de Triana).
9. La Esperanza y Socorro (salía del hospital del Espíritu Santo en Triana).
10. Nuestra Señora de la Iniesta, salía de la iglesia de San Julián.
11. El Dulce Nombre de Jesús, salía del convento de San Pablo.
12. La Cruz de Jerusalén, salía del convento de San Antón.
13. Nuestra Señora de la Antigua, salía del convento de San Pablo.
14. La Pasión, salía del convento de la Merced.
15. La Soledad, salía del convento del Carmen.
16. Las Cinco Llagas, salía del convento de la Santísima Trinidad.
17. La Encarnación (salía del convento de Nuestra Señora de la Victoria de Triana).
18. La Verónica y Coronación, salía del convento del Valle.
19. La Concepción, salía en esta fecha ya del convento de Regina.
20. Las Angustias, salía del convento del Carmen.
21. El Santísimo Crucifijo, salía del convento de San Agustín.
22. La Santa Veracruz, salía de San Francisco.
La procesión se disponía de la siguiente manera:
- Primero las cofradías, por orden inverso a su antigüedad.
- Guardián y frailes del convento.
- Cruces de las parroquias, siendo la última la del Salvador “por ser las más cercana y la que tiene mejores aderezos de velo y ciriales”.
- Capellanes que sirven en las distintas iglesias.
- El cabildo de los beneficiados titulares de las parroquias, delante del cual iba el estandarte apostólico con las armas reales.
- “Palio rico bordado carmesí con 10 varas de plata”. Debajo del palio va el abad mayor de la clerecía de la ciudad: “vestido de vestiduras sacerdotales, amito, alba, cíngulo, estola y pluvial rico, con diácono y subdiácono que son dos beneficiados, lleva en la mano la copia de la santa bula en forma auténtica sobre un gremial o polia, ayudado de los diáconos con grande autoridad y van después del palio los jueces y ministros con su tribunal en orden y continuase la procesión encaminada a la santa iglesia con mucha solemnidad de cantos y himnos conforme al tiempo de la festividad de los Santos Reyes Magos en que se celebra...”
En la puerta del ayuntamiento, vecino al convento de San Francisco, se encontraban el cabildo secular “con sus ministros y trompetas”, los cuales se unirían a continuación al séquito de la procesión.
El cortejo procesional ingresaba en la catedral por la puerta del Nacimiento, donde esperaban los integrantes del cabildo catedralicio. El abad mayor le entregaba la bula al preste capitular, luego se desvestía en la sacristía mayor y se reunía con los beneficiados. Los capitulares proseguían la procesión como en el resto de los domingos, incorporando el estandarte apostólico, hasta llegar al altar mayor, donde el tesorero de la cruzada daba al abad mayor y a los beneficiados que habían llevados las varas del palio una copia de la bula.
Sánchez Gordillo precisa que aunque en ese momento la procesión era muy solemne, “mucho más era en los tiempos antecedentes porque no faltaba alguno de los capellanes de las iglesias que eran muchos, llamábanse las cofradías de todos los hospitales que eran en gran número y es cierto que solo el camino que hay desde el convento de San Francisco a la santa iglesia [320 metros] gastaba de tiempo más de hora y media”.
Una vez que se acababa la procesión, se procedía a oficiar la misa en la que se predicaba el sermón de la cruzada y publicaba la santa bula con sus privilegios e indulgencias, “a que asiste mucho pueblo que antiguamente más asistía”. A continuación, se comenzaba a repartir la bula que antes se hacía en la capilla del cardenal Cervantes, en cuya reja se disponía un estandarte “con las armas y cruz de la santa cruzada” que continuaba allí hasta pasada la Cuaresma. En el momento de la redacción de este manuscrito ya se hacía en casa del tesorero de la cruzada.